miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las brujas de Miller

Entrevista a Juan Carlos Fisher

El director teatral estrena “Las brujas de Salem” este viernes 2 de octubre en el Teatro La Plaza ISIL de Larcomar.

–¿Qué lo motivó a montar esta obra de Arthur Miller?

Soy un fanático de Miller, sus textos me encantan. Leí “Las brujas de Salem” hace diez años y es una obra que quería hacer y que no me atrevía porque es muy grande, se necesita un elenco muy grande y una calidad actoral muy fuerte. Esta obra es una aventura.


–Tiene una tendencia por hacer obras “off Broadway”...
Eso es algo relativo. He hecho cosas bien Broadway y otras cosas más alternativas como “Bicho” y “En casa / En Kabul”. Me gustan las buenas obras, que me enganchen, que me atrapen; que la historia, que el ambiente te transporten a otro universo. No me importa si es Broadway u “off Broadway”.


–¿Qué tan cercana es su adaptación a la obra de Miller?
Nosotros tenemos que respetar a un autor tan importante como es él. Hay que hacerle un homenaje, haciendo la obra tal cual. Eso es lo que hemos hecho.

–La obra sigue siendo muy contemporánea…
Es una de las obras más representadas de la dramaturgia universal. Sin importar el tiempo o la época, cada vez que hay estos fenómenos de miedo y paranoia masiva, la obra se vuelve muy actual. Y creo que estamos en ese momento.

–¿Adaptará más obras de Miller?
Me encantaría, pero es un autor muy difícil. Ahora tenemos un par de proyectos para el próximo año, y espero poder hacer, más adelante, algo de él.

–Finalmente, ¿cómo ha sido el trabajo con los actores?
Es fascinante trabajar con ellos. Es un elenco extraordinario. Cuando leo una obra, siempre me imagino a qué actores me gustaría tener. Lo pienso desde el principio, pero que se concrete ese elenco que te imaginas desde la primera vez, es poco probable. Por eso estoy muy contento y “empilado” con esta obra.
EL DATO
“Las brujas de Salem” podrá verse hasta el 15 de diciembre, de jueves a martes a las 8pm (domingos a las 7pm), en el Teatro La Plaza ISIL de Larcomar. Las entradas están a la venta en Teleticket y en el mismo teatro.

EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
Fotos: Eder Guardamino
(Diario Expreso / Cultural / 30 de setiembre, 2009)


lunes, 7 de septiembre de 2009

Tercer peldaño

Entrevista a Miguel Ildefonso

El escritor limeño acaba de publicar su tercera obra narrativa, “El último viaje de Camilo”, a través del Grupo Editorial Norma.


–Tiene publicados dos libros de narrativa, ¿”El último viaje de Camilo” es parte de una trilogía?
Cada libro es individual, pero “El último viaje…” se puede leer como el final de los anteriores, ya que aquí rescato los personajes y algunas historias sueltas de los libros anteriores y trato de hilvanar la historia. Este libro apunta a absorber muchas dimensiones de cierta época, a través de personajes jóvenes que están condenados a una búsqueda de mantener íntegra su inocencia. En los tres libros hay mucho de testimonio y soy más evidente que en mi poesía. Tenía que escribirlos antes de que se me olvide, me transforme o me vuelva más gordo o más calvo. Esta trilogía es una especie de inicio a varios proyectos de narrativa que tengo en mente.


–Al cultivar también la poesía, ¿le es difícil transitar entre estos dos géneros?
Creo que sí, aunque ahora me siento muy seguro de ambos. Antes estaba más enganchado con la poesía, mi relación con el lenguaje era muy intensa y me costaba mantener cierta objetividad con el lenguaje. La poesía la concibo como escenas, como parte de la realidad y que se filtra en la memoria. Si bien transmito muchos sentimientos, también he tratado de transmitir ideas. No me ha costado, por ese lado, pasar a la narrativa, pero si me ha costado mantener esa distancia con el lenguaje.


–Sin embargo, en “El último viaje…” no se desprende del todo de la poesía, incluso la estructura parece manejarse en prosa…
Sí, y los personajes también son poetas. La idea que guían a estos personajes asociales es la poesía, y el lenguaje obedece a este discurso delirante y otras veces racional. Estos libros pueden ser una especie de transformación del poeta al narrador, visto a través del lenguaje mismo. Ahora, estos géneros los manejo con mayor control.


–Ha admitido influencias de Javier Heraud, Charles Bukowski, César Vallejo y Luis Hernández. ¿Tiene algo que ver la vida trágica y la muerte prematura de estos autores con su interés por ellos?
Ese es mi lado morboso (Risas). Algunos artistas siempre han deseado morirse, sobre todo cuando son jóvenes. Es una forma de transcender físicamente, pero espiritualmente la transcendencia es el arte y eso es lo que retrata la historia de Camilo. Al final no se sabe si Camilo se mató o no, o quizás no importa mucho, pero hay alguien como Paul que se encarga de hacerlo transcender. Es la frustración de un artista que puede haber nacido para llegar más lejos, pero esta realidad es tan fuerte que lo domestica o lo mata. Este libro es mi muerte simbólica, intento persistir en el arte, que es mi forma de buscar la transcendencia.


–¿De dónde nace su interés por narrar historias de personajes marginales?
He vivido siempre entre las fronteras. He vivido en La Victoria, en una urbanización llamada Apolo, rodeado por avenidas y siempre lo vi como una frontera de lo formal y lo emergente. Cuando viajé a Estados Unidos terminé viviendo en la frontera con México. Entonces, siempre me he sentido entre límites y en mis proyectos he tratado de plasmar ese lado marginal, no necesariamente por el interés morboso de hurgar en lo sórdido, sino como una crítica al sistema y para rescatar sus puntos positivos.


–Para terminar, ¿cuáles son sus próximos proyectos?
Tengo varias ideas de novela y prosa que me cuestan emprenderlas por cuestiones personales: pienso salir del país nuevamente. Estos proyectos ya no tendrán nada de biográfico o al menos casi nada; pienso que he logrado una madurez que ojalá se muestre cuando estén concluidos. Por el momento pienso en migrar, no sé si a Estados Unidos o a Europa. No importa mucho eso: he podido construir mi propio mundo que puedo llevar en una hoja de papel.


EL DATO
Miguel Ildefonso (Lima, 1970) estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y ha publicado el libro de cuentos “El Paso” (2005) y la novela “Hotel Lima” (2006). También ha publicado los poemarios “Vestigios”, “Las ciudades fantasmas” y “Los desmoronamientos sinfónicos”, entre otros.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 7 de setiembre, 2009)

lunes, 24 de agosto de 2009

La hija patria

Entrevista a Juan Manuel Robles

El joven escritor nacional acaba de publicar el libro “Zaraí Toledo. La hija patria”, a través de la Editorial Sarita Cartonera.


–¿Qué le motivó a escribir sobre Zaraí Toledo?
Este trabajo está situado cuando Zaraí acababa de ser reconocida por su padre. En ese entonces, ella tenía quince años y el tema del reconocimiento se mezcló con toda una manipulación política de la época de Fujimori.
Mi intención era saber quién era y viajé a Piura para hacerle un reportaje que saldría publicado en Etiqueta Negra. El tema me pareció muy interesante, además en ese tiempo estaba en boca de todos y ella se volvió un símbolo mediático. Este texto llegó a publicarse en la revista, pero decidí, junto a la Editorial Sarita Cartonera, publicarla en forma de libro.

–El texto da una sensación de estar describiendo a una niña malcriada y sabelotodo, ¿encaja en ese estereotipo?
Bueno, es que es una adolescente con la respuesta a flor de piel, pero también es una prueba de que el sarcasmo más duro, más hiriente y el más perfecto viene del dolor. Hay momentos en el texto donde hay una risa a medias por parte de ella, queriendo ser burlona y sarcástica con el tema del reconocimiento, pero también hay una mirada contemplativa que viene hacer un poco la mirada del lector, donde eso ya no parece tan gracioso, porque finalmente se está burlando de su padre. Cuando te enfrentas a un personaje complejo como éste, sabes que no vas a encontrar sentimientos pulcros, pero con el tiempo siempre saldrán a flote. Zaraí pasaba horas en convencerme de que era una cuestión de derechos y no era cierto.

–¿Se siente más a gusto escribiendo no ficción o ficción?
Pienso que son dos visiones complementarias. De hecho, luego de “Lima Freak” estaba bastante aburrido de la no ficción y quería probar otros terrenos, aunque ya había probado antes con los cuentos, con la ficción que presenté en “Huancaína Freak”. Por un lado, me gusta estar fuera de la no ficción porque me gusta la invención literaria, pero como cronista me siento muy ligado a la no ficción pura y no me permito inventar nada.

–Esto del nuevo periodismo no es tan nuevo…
Efectivamente, el nuevo periodismo no tiene nada de nuevo, ni aquí ni en ninguna parte. Digamos que es llamado así porque es una nueva forma de asumir el trabajo periodístico, donde intervienen técnicas narrativas y la mirada del periodista. Mucha gente recién lo conoce gracias al trabajo de la Fundación de Nuevo Periodismo de García Márquez y las revistas Etiqueta Negra y Gatopardo, que formaron un contexto favorable al periodismo literario. ¿Si es una moda pasajera? Creo que eso sólo se verá luego en una perspectiva histórica. Sólo dentro de algunos años podemos darnos cuenta que estaba pasando a inicios del siglo XXI con la crónica peruana.

–¿A quién le gustaría perfilar ahora?
He pensado salir un poco de la no ficción. El perfil de Magaly Solier en Etiqueta Negra de julio, nació después de ver la entrevista que le hizo Jaime Bayly y me pareció un personaje tan fascinante que me dieron ganas de entrar de nuevo al asunto. Pero ahora me estoy yendo a una beca de escritura creativa en la Universidad de Nueva York. Quiero probar cosas nuevas.

EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO

(Diario Expreso / Cultural / 24 de agosto, 2009)

miércoles, 12 de agosto de 2009

Aspirar a lo bello

Entrevista a José Donayre Hoefken

El escritor y lingüista peruano acaba de publicar “haruhiko & ginebra”, bajo la Colección Artefacto Postal de la editorial Muro de Carne.


–¿Cuánto tiempo le tomó escribir “haruhiko & ginebra”?
Algo así como de dos a tres meses, pero me tomó más tiempo corregirla. La escribí en el año 2006, pero la fui puliendo y le he cambiado algunos detalles. De repente escribo rápido, pero me demoro más en corregir, lo que para mí es un proceso más interesante.


–¿El formato de “haruhiko & ginebra” lo eligió usted o fue algo involuntario que salió en el proceso de creación?
En realidad, hubo una edición anterior que no la cuento porque fue una edición no comercial, que circuló entre mis amigos. Cecilia Podestá –editora de Muro de Carne– tenía un ejemplar de esa edición y ella me propuso publicarlo en un nuevo sello que estaba pensando iniciar. Juntos coordinamos que este libro tuviera algunas características singulares a una publicación normal. Como confío mucho en ella, le dije: “Haz la edición como gustes, lo único que deseo es tener cierto control en cuanto al contenido”.


–Incluso el texto no se adapta a lo que podría llamarse una novela convencional…
Sin duda… tampoco es que sea una novela. Le puse ese subtítulo –“novela brevísima en doce partes”– de manera provocadora y porque refleja el aspecto lúdico de la propuesta. En realidad es un experimento narrativo: es novela en la medida que cuenta la relación de dos personas, que bien podría ir a trescientas páginas, pero tampoco es un cuento. Además creo que eso es un rollo de etiquetas. Todo es relativo y ya no me interesa ajustarme a los formatos, a las formas y a los géneros. “haruhiko & ginebra” es un libro que enfrenta a Oriente y Occidente, la gran dicotomía del mundo. Mientras que Oriente había alcanzado un gran estado de desarrollo en la antigüedad, Occidente aún vivía en las cavernas. De pronto la situación se invierte, y Occidente empieza a desarrollarse. Eso lo reflejo en la obra: Hay un desplazamiento de Oriente, pero finalmente es una fuente de sabiduría milenaria, mientras Occidente es más frívolo, más superficial. Ese es el conflicto que muestro en esta historia de amor, de Haruhiko y Ginebra. Uno depende del otro.


–Pero no es la primera vez que recorre esas estructuras. En “Horno de reverbero” usted utilizaba el blog para publicar varios de sus textos…
“haruhiko & ginebra” nace igual. Creé un blog con ese nombre y empecé a postear la historia. Se quedó en el postnúmero doce, cerré el blog y la información la guardé en mi disco duro. Luego le di la forma de libro breve con esta historia de reflexión metaliteraria acerca del signo “&”, que se piensa que es un invento occidental, y es casi un signo universal que se usa en varios idiomas.


–Usando usted las nuevas tecnologías como herramienta literaria, ¿cree que es tiempo que los libros físicos pasen a la historia?
No, definitivamente no. A mí, por ejemplo, me cuesta mucho trabajo leer en una pantalla de computadora. Me puedo aproximar a una obra de esa manera, pero luego la imprimo o consigo el libro. Y creo que es por una cuestión práctica: a mí me gusta leer en mi cama o en un sofá, y siento que la pantalla de la computadora es fría. No creo que sea el soporte ideal, no creo que sea algo exitoso un libro virtual. “Horno de reverbero” y “Ars brevis” se presentaron primero de forma virtual, pero creo que el blog es una suerte de recurso de escritura porque me permite enfrentar la página en blanco de manera distinta.


–Y el estilo del lenguaje es algo muy característico en sus obras…
Tengo cuidado por el control verbal, un cuidado excesivo y obsesivo por la palabra perfecta dentro del contexto. Para mí, un aspecto clave es el manejo del idioma. Si no se maneja bien el código, no podemos hallar las metonimias adecuadas para llevar esa experiencia a una forma bella, que finalmente es la literatura. La literatura es una suerte de registro que aspira a lo bello.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO

(Diario Expreso / Cultural / 12 agosto, 2009)

domingo, 9 de agosto de 2009

Visiones de Oriente

Entrevista a Javier Moro

El escritor español estuvo en Lima, durante la XIV Feria Internacional del Libro, dónde presentó sus dos últimas obras.

–¿Cuándo nace su interés por contar historias que tienen como escenario el continente asiático?
Desde que viaje allí por primera vez cuando era pequeño, junto a mi padre. Cuando conocí la India sufrí un shock enorme, por que es un país que no se parece a ningún otro. Para un niño de catorce años, el ver viejos con barbas que parecían sacados de cuento antiguo, elefantes en las calles, osos amaestrados, encantadores de serpientes, era una cosa fascinante, nunca había visto una cosa igual. Luego ya de adulto regresé varias veces y pasa que uno se hace amigo del país, de la gente, de su cultura y yo he encontrado historias fabulosas en la India, que no se conocían.

–¿El papel de la mujer india ha mejorado de forma equilibrada?
El papel de la mujer india es catastrófico. Y es por qué la India tiene dos grandes sociedades asolapadas: Está la India del campo, rural, dónde viven la mayoría de los indios y el papel de la mujer allí es espantoso, próximo al animal de carga. Lo curioso es que en India moderna, de la ciudad, es una sociedad diferente: Allí la mujer está emancipada. En Nueva Delhi, en Bombay, he visto chicas en su moto, con el sari frotando al viento y he encontrado las mujeres en altos cargos de administración.

–Sin embargo, Bollywood muestra una situación más festiva…
Es que Bollywood es el escape, no tiene nada que ver con la realidad. Si uno quiere conocer verdaderamente la India, no se puedes fiar de Bollywood. Bollywood es el sueño para salir de esa miseria. El cine indio es la religión que une a todos los indios. La India no es un país homogéneo, hay muchos idiomas, muchas culturas, religiones, etnias… y lo único que los une es Bollywood.

–Tuvo problemas para acceder a mucha de la información que luego se publicó en sus dos últimos libros. ¿Cómo fue el proceso de verificación de datos, si las fuentes no fueron directas?
“Pasión India” es más una novela histórica, en cambio “El sari rojo” es más no-ficción dramatizada. En esta última entrevisté a mucha gente que tenía alguna relación con la familia Gandhi y luego revisé todos los archivos de los periódicos de Nueva Delhi en busca de información. Pero encontré muy poco sobre Sonia Gandhi (protagonista de “El sari rojo”): Sonia es una mujer que no le gusta que hablen de ella, que le tiene pavor a los medios de comunicación y que ha dado sólo dos entrevistas en su vida. A mí no me la quiso dar –aunque al final la pude conocer– pero lo que hice fue alquilar una casa en Nueva Delhi, contacte a la gente que había trabajado con la familia y así, poco a poco, fui hilando la historia.

–¿El sari rojo simboliza una especie de maldición para la familia Gandhi?
No, yo no creo que haya una maldición en términos esotéricos. El sari rojo lo hiló Nehru desde su celda para su hija Indira, cuando ésta le dijo que se iba a casar Feroze Gandhi, que no tiene ningún parentesco con Mahatma Gandhi, pero el destino hizo que se casara con un hombre que compartía el apellido con el padre de la nación. Este mismo sari lo usa Sonia cuando se casa con el hijo de Indira, Rajiv. Y lo usa Priyanka también en su matrimonio. El sari rojo es entonces el símbolo de la continuidad dinástica de esta familia en el poder indio.

–¿Cómo va la película de “Pasión India”?
Shekar Kapur –el mismo que dirigió a Cate Blanchett en “Elizabeth”– está muy interesado en hacerla con una productora catalana. Pero no sé, los asuntos de cine no suelen avanzar tan rápido como uno quisiera. No tengo especial interés en trabajar en el guión, prefiero que venga un guionista con una visión más fresca del tema, que pueda aportar algo más nuevo a la historia.

EL DATO
Javier Moro (Madrid, 1955) es también investigador, coproductor de cine y guionista. Entre sus publicaciones figuran “Senderos de libertad”, “El pie de Jaipur”, “Las montañas de Buda”, “Era medianoche en Bhopal”, “Pasión India” y “El sari rojo”.

EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO

(Diario Expreso / Cultural / 9 agosto, 2009)

lunes, 3 de agosto de 2009

Acento paulista

Entrevista a Santiago Nazarian

El escritor brasileño visitó la XIV Feria Internacional del Libro de Lima como parte de la delegación que es invitada de honor.

–Ha sido barman, artista corporal y guionista de televisión, ¿cómo llegó a la literatura?
Mi madre es escritora; mi padre, artista plástico; y mi hermana es actriz y claun. Vengo de una familia de artistas. Estudié publicidad, pero fui contaminado por el arte. A los 17 o 18 años empecé a escribir novelas, aunque recién publiqué cuando tenía 25.

–Entiendo que también es DJ y tocaba el teclado en una banda de rock, ¿hay alguna relación entre hacer música y literatura?

Pienso que todos los chicos en Latinoamérica o quieren ser futbolistas o quieren ser artistas. Yo escogí ser artista, hacer música. Y escogí la literatura por que es más individual. Me gusta trabajar solo, lo otro es una cosa más colectiva.

–En su obra “Feriado de mim mesmo” hace un análisis crítico de la soledad y el individualismo, ¿cree que internet y las redes sociales han ayudado a potenciar esta tendencia?

Sí, soy muy adicto a internet y me siento muy confortable trabajando solo en casa. El messenger siempre está abierto, siempre ando conectado, aunque detesto hablar por teléfono porque no soy una persona muy sociable. Más que potenciar la soledad, internet la viabiliza. Las personas sociables van a salir con sus amigos y siempre andarán acompañados por que son sociables, es una necesidad. Pueden estar en internet pero prefieren el contacto físico. En cambio, para las personas que no son sociables, la web los ayuda a conectarse con el mundo.

–¿Qué tanto hay de usted en sus libros?

Todo. No son autobiográficos, pero algo de mí hay en ellos. En “Feriado de mim mesmo” –libro que se está llevando al cine en una adaptación– hablo de un traductor, que vive solo en su casa, y está relacionado más directamente con mi biografía. Mi universo interno tiene caimanes, cocodrilos y cosas así, que están presentes en mis libros, pero no son, digamos, personales. Mis libros pueden hablar de mi universo interno, pero no están hablando directamente de mí.

–¿Cómo es su proceso creativo?

Tengo procesos de creación diferentes para cada libro. En mi último libro “O prédio, o tedio e o menino cego” (“El edificio, el aburrimiento y el niño ciego”), tuve la idea de trabajar con siete personajes adolescentes, en siete capítulos de tres partes –siete por tres, veintiuno–, porque los jóvenes tienen una fijación con los números y con las edades, entonces llega a ser un libro muy estructurado. En “A morte sem nome”, hablo de una suicida serial que se mata en cada capítulo, la idea era hacer un suicidio diferente por cada capítulo: La horca, tiro en la sien, corte de las venas, envenenamiento. “Feriado de mim mesmo” es un libro que lo escribí en veinte días, porque es a tiempo real, la narrativa es más rápida. Cada proceso de escritura es diferente.

–¿Y qué piensa de su participación en la FIL-Lima?

Lo mejor es conocer otros países como escritor y no como turista, a nadie le gustan los turistas (ríe). Aunque yo no tengo muchos amigos escritores, me gusta la idea de conocer otros países, otro público, otras culturas.

EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO

(Diario Expreso / Cultural / 03-08-09)

lunes, 27 de julio de 2009

Morir bailando

Entrevista a Cristian Alarcón

El periodista y escritor chileno presentó su libro “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” en la XIV Feria Internacional del Libro.


–¿Cómo nace su interés por escribir sobre la violencia juvenil, la corrupción, el narcotráfico y otros problemas sociales?
Nace del periodismo. No sé en que momento decido dejar la prensa política y volver a mi primer amor que fue la crónica policial. Mi formación como escritor viene de leer mucho ese género, pero también tiene que ver con una elección personal y política: Soy un chileno exiliado desde muy niño, criado en la Patagonia cerca a la frontera, migrante en Río de la Plata, migrante en Buenos Aires… y lo que hago es tratar de recorrer mi país –Argentina, mi país cultural– y otras ciudades de América Latina, buceando en esos territorios y en los personajes que están siempre en la oscuridad, que aparecen en las páginas amarrillas de los diarios, pero que nunca toman la trama más sensible de estos sujetos. La elección es cruzar esos límites.

–Estos problemas no son exclusivos de Latinoamérica y se repiten en el resto del mundo, ¿estamos hablando no sólo de una crisis económica, sino también social?
Sí y también una crisis cultural. Trato de imaginar como será el periodismo con un mundo más enloquecido. Hay un interés por simplificarlo todo, por subestimar al lector, a los espectadores, que se suponen quieren espectáculo, entretenimiento más no información.

–¿Hay alguna relación entre la muerte trágica y la santificación del muerto?
En la mayoría de los casos en los que hay santos populares modernos en Latinoamérica, son muertes trágicas, por accidente de tránsito o por asesinato. Desde Sarita Colonia hasta Santa Gilda, pasando por Valverde, todos ellos tienen una muerte trágica y misteriosa. La novedad, en el caso de El Frente (personaje de “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”) es que el asesino es el estado y lo que se está santificando es ser una víctima de él, pero también se está santificando la fiesta. Por eso el título del libro, que es una frase de una cumbia colombiana que resume la dicotomía de un joven sumergido en los territorios y que intenta sobrevivir. Coquetea con la muerte, por que la muerte siempre está presente y por que no tiene una esperanza de vida muy larga, y por otro lado intentar desmentir a la muerte en el frenesí de la fiesta popular.

–La crónica es una herramienta recurrente en sus textos, ¿qué tanto el cronista puede condicionar su posición al lector?
Hay que condicionar al lector. El lector necesita que lo condicionemos de nuevas maneras. El cronista se debe ensuciar, se tiene que embarrar y sumergir; tiene que dejarse tocar y conmover por lo que está contando. Esta idea de la asepsia, la objetividad periodística es ideológicamente reaccionaria. Yo no experimento ni simpatía ni antipatía cuando alguien me cuenta como delinquir. Yo escucho y trato de comprender el porqué y cómo. No soy juez ni parte, en ese sentido podría llegar a ser objetivo. Pero no soy objetivo… ni radicalmente subjetivo a la hora de escribir.

–¿Y cuáles son sus próximos proyectos?
Tengo varios dando vueltas en la cabeza. “Si me querés, queréme transa” es un libro que le puse punto final hace dos semanas. Saldrá en noviembre en Argentina y aquí espero que llegue antes de marzo del próximo año. Y es lo que me desvela y ata a Perú hace cinco años: Una investigación en las redes narco de peruanos en Buenos Aires, contando como ha sido la guerra entre narcotraficantes en esta ciudad. Además, tengo perfiles de personas que vienen de un mundo ostentoso, al que pertenecieron pero que no les fue suficiente. En donde la dinámica ya no se explica, ni por la carencia ni por la necesidad económica. Donde hay otras cosas que juegan en aventurarse al riesgo.

EL DATO
Alarcón (Chile, 1970) ha ganado los premios TEA (2001) y Samuel Chavkin (2006) por su labor periodística. Ha escrito en las revistas Rolling Stone, Cambio y Gatopardo y en el diario argentino Página/12. Además, es autor de “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” y “Si me querés, queréme transa”.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 27 julio, 2009)