El escritor y lingüista peruano acaba de publicar “haruhiko & ginebra”, bajo la Colección Artefacto Postal de la editorial Muro de Carne.
–¿Cuánto tiempo le tomó escribir “haruhiko & ginebra”?
Algo así como de dos a tres meses, pero me tomó más tiempo corregirla. La escribí en el año 2006, pero la fui puliendo y le he cambiado algunos detalles. De repente escribo rápido, pero me demoro más en corregir, lo que para mí es un proceso más interesante.
–¿El formato de “haruhiko & ginebra” lo eligió usted o fue algo involuntario que salió en el proceso de creación?
En realidad, hubo una edición anterior que no la cuento porque fue una edición no comercial, que circuló entre mis amigos. Cecilia Podestá –editora de Muro de Carne– tenía un ejemplar de esa edición y ella me propuso publicarlo en un nuevo sello que estaba pensando iniciar. Juntos coordinamos que este libro tuviera algunas características singulares a una publicación normal. Como confío mucho en ella, le dije: “Haz la edición como gustes, lo único que deseo es tener cierto control en cuanto al contenido”.
–Incluso el texto no se adapta a lo que podría llamarse una novela convencional…
Sin duda… tampoco es que sea una novela. Le puse ese subtítulo –“novela brevísima en doce partes”– de manera provocadora y porque refleja el aspecto lúdico de la propuesta. En realidad es un experimento narrativo: es novela en la medida que cuenta la relación de dos personas, que bien podría ir a trescientas páginas, pero tampoco es un cuento. Además creo que eso es un rollo de etiquetas. Todo es relativo y ya no me interesa ajustarme a los formatos, a las formas y a los géneros. “haruhiko & ginebra” es un libro que enfrenta a Oriente y Occidente, la gran dicotomía del mundo. Mientras que Oriente había alcanzado un gran estado de desarrollo en la antigüedad, Occidente aún vivía en las cavernas. De pronto la situación se invierte, y Occidente empieza a desarrollarse. Eso lo reflejo en la obra: Hay un desplazamiento de Oriente, pero finalmente es una fuente de sabiduría milenaria, mientras Occidente es más frívolo, más superficial. Ese es el conflicto que muestro en esta historia de amor, de Haruhiko y Ginebra. Uno depende del otro.
–Pero no es la primera vez que recorre esas estructuras. En “Horno de reverbero” usted utilizaba el blog para publicar varios de sus textos…
“haruhiko & ginebra” nace igual. Creé un blog con ese nombre y empecé a postear la historia. Se quedó en el postnúmero doce, cerré el blog y la información la guardé en mi disco duro. Luego le di la forma de libro breve con esta historia de reflexión metaliteraria acerca del signo “&”, que se piensa que es un invento occidental, y es casi un signo universal que se usa en varios idiomas.
–Usando usted las nuevas tecnologías como herramienta literaria, ¿cree que es tiempo que los libros físicos pasen a la historia?
No, definitivamente no. A mí, por ejemplo, me cuesta mucho trabajo leer en una pantalla de computadora. Me puedo aproximar a una obra de esa manera, pero luego la imprimo o consigo el libro. Y creo que es por una cuestión práctica: a mí me gusta leer en mi cama o en un sofá, y siento que la pantalla de la computadora es fría. No creo que sea el soporte ideal, no creo que sea algo exitoso un libro virtual. “Horno de reverbero” y “Ars brevis” se presentaron primero de forma virtual, pero creo que el blog es una suerte de recurso de escritura porque me permite enfrentar la página en blanco de manera distinta.
–Y el estilo del lenguaje es algo muy característico en sus obras…
Tengo cuidado por el control verbal, un cuidado excesivo y obsesivo por la palabra perfecta dentro del contexto. Para mí, un aspecto clave es el manejo del idioma. Si no se maneja bien el código, no podemos hallar las metonimias adecuadas para llevar esa experiencia a una forma bella, que finalmente es la literatura. La literatura es una suerte de registro que aspira a lo bello.
EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 12 agosto, 2009)
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