lunes, 27 de julio de 2009

Morir bailando

Entrevista a Cristian Alarcón

El periodista y escritor chileno presentó su libro “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” en la XIV Feria Internacional del Libro.


–¿Cómo nace su interés por escribir sobre la violencia juvenil, la corrupción, el narcotráfico y otros problemas sociales?
Nace del periodismo. No sé en que momento decido dejar la prensa política y volver a mi primer amor que fue la crónica policial. Mi formación como escritor viene de leer mucho ese género, pero también tiene que ver con una elección personal y política: Soy un chileno exiliado desde muy niño, criado en la Patagonia cerca a la frontera, migrante en Río de la Plata, migrante en Buenos Aires… y lo que hago es tratar de recorrer mi país –Argentina, mi país cultural– y otras ciudades de América Latina, buceando en esos territorios y en los personajes que están siempre en la oscuridad, que aparecen en las páginas amarrillas de los diarios, pero que nunca toman la trama más sensible de estos sujetos. La elección es cruzar esos límites.

–Estos problemas no son exclusivos de Latinoamérica y se repiten en el resto del mundo, ¿estamos hablando no sólo de una crisis económica, sino también social?
Sí y también una crisis cultural. Trato de imaginar como será el periodismo con un mundo más enloquecido. Hay un interés por simplificarlo todo, por subestimar al lector, a los espectadores, que se suponen quieren espectáculo, entretenimiento más no información.

–¿Hay alguna relación entre la muerte trágica y la santificación del muerto?
En la mayoría de los casos en los que hay santos populares modernos en Latinoamérica, son muertes trágicas, por accidente de tránsito o por asesinato. Desde Sarita Colonia hasta Santa Gilda, pasando por Valverde, todos ellos tienen una muerte trágica y misteriosa. La novedad, en el caso de El Frente (personaje de “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”) es que el asesino es el estado y lo que se está santificando es ser una víctima de él, pero también se está santificando la fiesta. Por eso el título del libro, que es una frase de una cumbia colombiana que resume la dicotomía de un joven sumergido en los territorios y que intenta sobrevivir. Coquetea con la muerte, por que la muerte siempre está presente y por que no tiene una esperanza de vida muy larga, y por otro lado intentar desmentir a la muerte en el frenesí de la fiesta popular.

–La crónica es una herramienta recurrente en sus textos, ¿qué tanto el cronista puede condicionar su posición al lector?
Hay que condicionar al lector. El lector necesita que lo condicionemos de nuevas maneras. El cronista se debe ensuciar, se tiene que embarrar y sumergir; tiene que dejarse tocar y conmover por lo que está contando. Esta idea de la asepsia, la objetividad periodística es ideológicamente reaccionaria. Yo no experimento ni simpatía ni antipatía cuando alguien me cuenta como delinquir. Yo escucho y trato de comprender el porqué y cómo. No soy juez ni parte, en ese sentido podría llegar a ser objetivo. Pero no soy objetivo… ni radicalmente subjetivo a la hora de escribir.

–¿Y cuáles son sus próximos proyectos?
Tengo varios dando vueltas en la cabeza. “Si me querés, queréme transa” es un libro que le puse punto final hace dos semanas. Saldrá en noviembre en Argentina y aquí espero que llegue antes de marzo del próximo año. Y es lo que me desvela y ata a Perú hace cinco años: Una investigación en las redes narco de peruanos en Buenos Aires, contando como ha sido la guerra entre narcotraficantes en esta ciudad. Además, tengo perfiles de personas que vienen de un mundo ostentoso, al que pertenecieron pero que no les fue suficiente. En donde la dinámica ya no se explica, ni por la carencia ni por la necesidad económica. Donde hay otras cosas que juegan en aventurarse al riesgo.

EL DATO
Alarcón (Chile, 1970) ha ganado los premios TEA (2001) y Samuel Chavkin (2006) por su labor periodística. Ha escrito en las revistas Rolling Stone, Cambio y Gatopardo y en el diario argentino Página/12. Además, es autor de “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” y “Si me querés, queréme transa”.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 27 julio, 2009)

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