domingo, 20 de diciembre de 2009

Frágil pasado

Entrevista a Eduardo Lores

El escritor peruano presentó, en la última edición de la Feria del Libro Ricardo Palma, su primera novela “En blanco” (Editorial Planeta).

-Ha escrito crónicas y poesía y es la primera vez que publica narrativa ¿Por qué decide cambiar de género?
En la presentación de “En blanco”, tuve que confesar que en mi disco duro tengo varios proyectos de novela que vengo haciéndolos hace mucho tiempo. En algunos casos he parado, porque me he metido demasiado en descripciones muy detalladas y biografías concretas de personas reales. Estos textos los he dejado esperando por que quiero que de ellos nazcan personajes más universales. El escritor muchas veces escribe de lo que no sabe, y cuando surge te das cuenta que en el inconsciente hay ciertos saberes que la razón no conoce. A través del ejercicio literario van revelándose.

–Más allá del personaje principal –que es Alfredo Arango– hay otros personajes que sin tener amnesia sufren al recordar ¿Su intención es demonizar el pasado?
No. El peligro del Alzheimer, la pérdida de la memoria o las lagunas mentales son un espanto: la gente lo ve como algo amedrentador. A nivel social y político, el tema de la memoria, de lo que pudo haber pasado y de lo que podría repetirse, es algo que está presente en lo cotidiano. Gracias a la memoria nosotros podemos cambiar hacia adelante, tratando de no cometer los mismos errores del pasado. En el caso de Alfredo, él descubre que su pasado es un simulacro, una invención, una puesta en escena donde hay un niño detrás, una verdadera esencia que sirve para construir un futuro. Por eso, no creo que exista una demonización del pasado en la obra.

–En el libro usted hace pequeños homenajes a Blanca Varela y Carlos Fuentes…
Hay varios homenajes soslayados. Hay un jugueteo con Süskind y “El perfume”; un saludo a Nabokov y su “Lolita”; otro acercamiento con Dostoievski; y muchas otras fuentes literarias, aunque la obra no descansa en ninguna de ellas, sino es más bien un saludo para decir que esta obra está alimentada por la literatura. Esto no es buscado, va apareciendo poco a poco.

–Como miraflorino y ya que también ha presentado “En blanco” en la Feria del Libro Ricardo Palma ¿Qué opina de los malos resultados de este evento?
Me parece una metida de pata de Manuel Masías y todas las justificaciones que se dieron son insuficientes. Que si los feligreses de la Iglesia Virgen Milagrosa se quejan, pues se coordina la programación y no se hace nada que produzca ruido mayor a la hora de las misas. Que si los pintores están incómodos porque les quitan el espacio, pues también saldrían favorecidos por la concurrencia de la gente. El distrito de Miraflores es el distrito de Ricardo Palma y es el distrito que tiene más librerías. La difusión de la lectura es necesaria para la comunidad y para nuestro país, y esta decisión me parece egoísta y burocrática.

–¿Está preparando una nueva obra?
Sí, estoy preparando otra novela y ojalá la tenga lista para el próximo año. Se trata de la historia de Cristina, la esposa de Alfredo, que muere en la primera página de “En blanco”. Algunos amigos míos quieren conocerla y yo también. Las otras novelas que tengo guardadas seguirán guardadas, y voy a esperar que los personajes estén más viejos para que no me puedan pegar (risas).

EL DATO
Lores (1950) es autor de los libros de poesía “Aspettando”, “Cuello de azafrán” y “Manía”, y del libro de crónicas “Luces”. También ha dirigido el recordado programa de artes y cultura “Luces de la ciudad”, con el cual obtuvo el Premio Nacional de Periodismo del Banco de Crédito.
EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 19 de diciembre, 2009)

jueves, 10 de diciembre de 2009

Mujeres a solas

Entrevista a Margarita García Robayo

La escritora colombiana estuvo en Lima presentando su obra “Hay ciertas cosas que una no puede hacer descalza” (Planeta).

–“Hay ciertas cosas…” es su primer libro...
Es la primera vez que publico ficción y en realidad, me gusta más que el periodismo. Me interesa más las posibilidades que tiene la ficción en la literatura, es como un juego, cosa que no encontraba en crónica periodística, que me tenía un poco agotada.

–La estructura del libro es poco convencional. Son cuentos que juntos terminan siendo una novela…
Es una fijación que tengo por estructurar las cosas. No quería hacer cuentos unitarios que hablaran de personajes solos, sino que fuera un universo de soledad. El libro habla de la soledad finalmente, y estos relatos sueltos son como vínculos que al final dan una sensación de unidad.

–¿El universo femenino de su obra podría considerarse como escritura femenina o escritura feminista?
Estoy en contra de las etiquetas en la literatura y creo que funcionan mucho como prejuicios en la vida real. Las etiquetas te estigmatizan. No creo que sea un libro femenino, ni literatura femenina, ni mucho menos hago militancia del género. Los personajes me parecieron funcionales para hablar de este tema. No es como si yo tuviera una fijación particular por los personajes femeninos, si no más bien como sujetos que sobrellevaban de una manera atractiva –estética y visualmente– la soledad. Creo que la soledad en los hombres se acerca más al patetismo, mientras que en las mujeres es casi morboso, lánguido, atrayente, lo cual no lo iba a conseguir en un personaje masculino.

–Hay un leitmotiv presente en toda la obra: la televisión. ¿Este recurso es una crítica hacia los medios?
No sé si es una crítica, pero sí reconozco que el relato es muy urbano y contemporáneo, y creo que en un escenario así, la presencia de la televisión es casi la protagonista en la vida de muchas personas. La presencia de la televisión, y todo lo que te transmite, sí es un leitmotiv en la obra y también es un objeto por el cual algunos personajes del libro se aferran, pero también se sienten oprimidos. Es una manera de dar cuenta de lo importante que me perece la figura de la televisión en el mundo contemporáneo.

–En su post “Soy yo”, que se publicó en el diario Crítica, cuenta la singular relación que tiene con su madre. Incluso le ha dedicado el libro…
(Risas). Es una relación bastante conflictiva. Creo que la relación con los padres es muy desigual: nos adoran de una manera desmedida y uno los quiere, pero a veces creo que menos que ellos. Siempre estás tratando de demostrarles que no los necesitas, que puedes prescindir de ellos. Hay un cuento en particular del libro que se llama “Miriam”, que es el que hace que le haya dedicado el libro a mi madre. Miriam es una viuda y que todo lo que espera en el día es que llegue las ocho de la noche para poder llamar por teléfono a su hija Diana, para darle la misma lata, todos los días. (Risas) Mi mamá ha llevado con mucha dignidad todo esto del libro, es muy duro, pero creo que lo entiende.


–Está preparando su segunda novela…
Sí. Es una novela que habla de la relación de una pareja, que tienen muchas diferencias, entre ellas la edad. Suceden pequeñas cosas que van transformando a los personajes y creo que se parece un poco a “Hay ciertas cosas...” en el sentido que hay muchas ausencias, mucha soledad de por medio. Es una mujer que está con un tipo mucho mayor que ella, que la lleva a vivir a un lugar alejado de la ciudad. Luego la deja sola en esa casa, con una hijastra, con varios obreros. Es una vez más una puesta en escena de los extremos de la condición humana, hasta donde puede llegar uno en ciertas circunstancias y que van transformando a los personajes para mal.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 10 de diciembre, 2009)

sábado, 5 de diciembre de 2009

Sucre retratado

Entrevista a Mauricio Vargas Linares

El periodista y escritor colombiano estuvo en Lima para presentar “El Mariscal que vivió de prisa” (Editorial Planeta).

–¿Cómo nace su interés por contar la historia de Antonio José de Sucre?
Tengo ese interés hace muchos años. Cuando tenía veinte, mi padre me regaló un libro con una colección de cartas del Mariscal Sucre; se llamaba “De mi propia mano”. Fue una buena manera de entrar a la vida de este personaje a través de sus cartas, ya que en ellas Sucre retrataba todos sus sentimientos. Pasé mucho tiempo reuniendo muchos documentos sobre Sucre con la idea de algún día hacer una biografía. Luego, empecé a hacer periodismo, me había aventurado a escribir mis primeras novelas y ya no quise hacer una biografía de Sucre, sino una novela. Quería escribir sobre las emociones y sentimientos de este ser humano, antes de retratar al militar, al político, al estratega, algo que se hace en la biografía.

–Es la primera vez que explora la novela histórica…
Sí, pero siempre he sido lector de historia, de novela histórica y de biografías. Siempre ha sido una pasión leer este tipo de textos pero nunca había escrito una novela histórica.

–¿Y en qué momentos la historia pasa a ser ficción?
En “El Mariscal que vivió de prisa” hay una nota al final, donde me sentí obligado a explicarles a los lectores que no era ficción pero que sí era invención pura. Yo no entiendo por ficción al límite entre lo real y lo fantástico, sino a la forma de tratar la realidad. La ficción también puede ser tomada como todos aquellos hechos reales, que tienen un sustento histórico comprobable, pero es tratado con el vuelo ficticio. Al principio, mi aproximación con esta historia fue como periodista. Para escribir la novela me tuve que comportar como un cronista, pero también como novelista y darle esos vuelos de ficción sin la cual no sería una novela histórica.

–En partes del texto usted recurre al narrador en primera persona, ¿a qué se debe eso?
Es una manera de dialogar y de reproducir las cartas. Si no hubiera encontrado la forma de saltar del narrador en tercera persona a la primera persona, hubiera tenido que recurrir a los guiones, puntos aparte, comillas, y esa no era la idea de la novela. Fue un tema de eficiencia narrativa, para darle mucho más ritmo.

–¿En qué momento Sucre pasa a ser enemigo de los peruanos de esa época?
Cuando Gamarra y La Mar promueven la desestabilización de Bolivia, cosa que era un resultado lógico. Hay que entender que Bolívar y Sucre llegaron a Perú a reemplazar la tarea inicial que hizo San Martín. Había muy poca convicción en el liderazgo peruano sobre la importancia de la independencia y eso se manifestó con una suerte de tendencia de pacto con el virrey La Serna. Cuando se da la independencia, el Congreso peruano declara Mariscal de Ayacucho a Sucre, lo premiaron con propiedades, con riquezas, etc., Luego, él va al Alto Perú, reúne a las provincias que querían constituirse como nación y esto despierta los celos de los líderes peruanos y altoperuanos. Pero eso no sucede sólo en Perú, sino recordemos que ni Bolívar ni Sucre pudieron regresar a Venezuela, ya que son expulsados. Habían cumplido su misión y ahora eran incómodos para muchos.

–¿Está trabajando en otra novela histórica?
Sí, de hecho ya tengo mucha información sobre el tema que además incluyo en un capítulo de “El Mariscal que vivió de prisa”. Se trata de la reunión de San Martín y Bolívar en Guayaquil, que es un momento bastante interesante y hay un misterio detrás de ello.

EL DATO
Vargas Linares (Bogotá, 1961) ha publicado: “Memorias secretas del revolcón” (1993), “Tristes Tigres” (2001), “La pesca del delfín” (2004) y “La última vida del Gato (2007). “El mariscal que vivió de prisa” recibió el año pasado el Premio Bicentenario Planeta-Telefónica.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
(Diario Expreso / Cultural / 3 de diciembre, 2009)

martes, 1 de diciembre de 2009

Para soñadores

Entrevista a Vivian Abenshushan

La escritora mexicana visitó Lima y presentó su obra “Para entender: Julio Ramón Ribeyro” (Nostra Ediciones).


–Estando en Lima ha seguido los pasos de Ribeyro, ¿qué significa eso para usted?
He tratado de seguir algunos pasos de Ribeyro por que la ciudad de Ribeyro ha cambiado mucho. Varios de los lugares que visitó Ribeyro ya no existen; sus amigos me cuentan que tal panadería ya desapareció, o que el bar Palermo ya no existe, o que tal avenida está muy cambiada.

Sin embargo, tuve la fortuna de ir a la quinta donde vivió Julio Ramón Ribeyro; conocí a su cuñada, esposa de su hermano, vi retratos, esculturas de él… La familia de Ribeyro –sus nietos, sus bisnietos y su hermana– me llevaron a su departamento en Barranco y fueron momentos estupendos: estuve cerca de su máquina de escribir, de su telescopio, de su computadora… Y a los familiares les decía un poco en broma y un poco enserio que tengo que hacer una segunda versión del libro corregida y aumentada, y tengo ganas de explorar más a fondo el mundo de los diarios de Ribeyro.


–¿Los libros de la serie “Para entender…” tienen una temática en especial?
Es una colección que aparece hace más de un año y medio en México, bajo la editorial Nostra. La intención es divulgar la obra de escritores latinoamericanos –como Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y otros más– a través de ensayos conversados que invitan a leer las obras del autor. En esta temática se rescata la relación del escritor que hace el ensayo y el escritor escogido.


–¿Y qué le hizo escoger a Ribeyro?
Elegí a Ribeyro porque desde hace muchos años siento afinidad personal y literaria con él: por su temperamento, su timidez, por su relación esquiva con la industria editorial… Todo eso me sonaba muy familiar. Incluso tenemos correspondencias entre la vida de Ribeyro y mi relación con los libros, como la biblioteca de sus abuelos y de su padre, y la biblioteca de mi padre. En “Páginas de un diario”, Ribeyro cuenta que su padre quería ser escritor, algo con lo que también mi padre soñaba, pero mis abuelos eran muy convencionales. De algún modo mi padre me heredó sus aspiraciones.


–¿Qué tanto se conoce a Ribeyro en México?
Se le conoce, pero no es un autor que despierte el interés de multitudes como Borges y Cortázar, por hablar de sus contemporáneos. Sin embargo, es parte de la naturaleza de su obra, siempre ha convocado a lectores muy particulares y al mismo tiempo muy entregados, muy devotos a su obra. Estoy segura que con la reedición de sus obras volverá a interesar a nuevas generaciones, como fue que yo llegué a él.


–Revisando algunas de sus biografías, encuentro que usted obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2002 “por su malicia literaria”…
(Risas). Supongo que es algo que le aprendí a Ribeyro. Me conecté muy pronto con la ironía ribeyriana, esa capacidad de reírse de sí mismo. Muchos de mis narradores son personajes que se encuentran en situaciones muy ridículas, tragicómicas, pero que toman distancia y se ríen de su propia condición. Las escritoras hemos entrado muy tardíamente a la literatura, y la primera escritura femenina fue muy poco sarcástica y tomaba poca distancia con la emotividad. Supongo que eso fue lo que tomó en cuenta el jurado de este premio.


–¿Está preparando una nueva obra?
Acabo de terminar un libro de ensayos que se llama “Escritos para desocupados”, que es una defensa del ocio y una crítica del trabajo neoliberal; en contra de la explotación, de la reducción del hombre a un asiento, una oficina y una computadora; y como las condiciones del capitalismo más salvaje nos han ido cercando y nos han convertido en seres más infelices.


EL DATO
Abenshushan (Ciudad de México, 1972) es narradora, ensayista y editora. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha publicado el libro de ensayos “Una habitación desordenada” (El Equilibrista/UNAM, 2007) y el libro de cuentos “El clan de los insomnes” (Tusquets, 2004), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
Foto: Vanadis Phumpiu
(Diario Expreso / Cultural / 1 de diciembre, 2009)