martes, 1 de diciembre de 2009

Para soñadores

Entrevista a Vivian Abenshushan

La escritora mexicana visitó Lima y presentó su obra “Para entender: Julio Ramón Ribeyro” (Nostra Ediciones).


–Estando en Lima ha seguido los pasos de Ribeyro, ¿qué significa eso para usted?
He tratado de seguir algunos pasos de Ribeyro por que la ciudad de Ribeyro ha cambiado mucho. Varios de los lugares que visitó Ribeyro ya no existen; sus amigos me cuentan que tal panadería ya desapareció, o que el bar Palermo ya no existe, o que tal avenida está muy cambiada.

Sin embargo, tuve la fortuna de ir a la quinta donde vivió Julio Ramón Ribeyro; conocí a su cuñada, esposa de su hermano, vi retratos, esculturas de él… La familia de Ribeyro –sus nietos, sus bisnietos y su hermana– me llevaron a su departamento en Barranco y fueron momentos estupendos: estuve cerca de su máquina de escribir, de su telescopio, de su computadora… Y a los familiares les decía un poco en broma y un poco enserio que tengo que hacer una segunda versión del libro corregida y aumentada, y tengo ganas de explorar más a fondo el mundo de los diarios de Ribeyro.


–¿Los libros de la serie “Para entender…” tienen una temática en especial?
Es una colección que aparece hace más de un año y medio en México, bajo la editorial Nostra. La intención es divulgar la obra de escritores latinoamericanos –como Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y otros más– a través de ensayos conversados que invitan a leer las obras del autor. En esta temática se rescata la relación del escritor que hace el ensayo y el escritor escogido.


–¿Y qué le hizo escoger a Ribeyro?
Elegí a Ribeyro porque desde hace muchos años siento afinidad personal y literaria con él: por su temperamento, su timidez, por su relación esquiva con la industria editorial… Todo eso me sonaba muy familiar. Incluso tenemos correspondencias entre la vida de Ribeyro y mi relación con los libros, como la biblioteca de sus abuelos y de su padre, y la biblioteca de mi padre. En “Páginas de un diario”, Ribeyro cuenta que su padre quería ser escritor, algo con lo que también mi padre soñaba, pero mis abuelos eran muy convencionales. De algún modo mi padre me heredó sus aspiraciones.


–¿Qué tanto se conoce a Ribeyro en México?
Se le conoce, pero no es un autor que despierte el interés de multitudes como Borges y Cortázar, por hablar de sus contemporáneos. Sin embargo, es parte de la naturaleza de su obra, siempre ha convocado a lectores muy particulares y al mismo tiempo muy entregados, muy devotos a su obra. Estoy segura que con la reedición de sus obras volverá a interesar a nuevas generaciones, como fue que yo llegué a él.


–Revisando algunas de sus biografías, encuentro que usted obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2002 “por su malicia literaria”…
(Risas). Supongo que es algo que le aprendí a Ribeyro. Me conecté muy pronto con la ironía ribeyriana, esa capacidad de reírse de sí mismo. Muchos de mis narradores son personajes que se encuentran en situaciones muy ridículas, tragicómicas, pero que toman distancia y se ríen de su propia condición. Las escritoras hemos entrado muy tardíamente a la literatura, y la primera escritura femenina fue muy poco sarcástica y tomaba poca distancia con la emotividad. Supongo que eso fue lo que tomó en cuenta el jurado de este premio.


–¿Está preparando una nueva obra?
Acabo de terminar un libro de ensayos que se llama “Escritos para desocupados”, que es una defensa del ocio y una crítica del trabajo neoliberal; en contra de la explotación, de la reducción del hombre a un asiento, una oficina y una computadora; y como las condiciones del capitalismo más salvaje nos han ido cercando y nos han convertido en seres más infelices.


EL DATO
Abenshushan (Ciudad de México, 1972) es narradora, ensayista y editora. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha publicado el libro de ensayos “Una habitación desordenada” (El Equilibrista/UNAM, 2007) y el libro de cuentos “El clan de los insomnes” (Tusquets, 2004), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen.


EDUARDO ALCÁNTARA CASTRO
Foto: Vanadis Phumpiu
(Diario Expreso / Cultural / 1 de diciembre, 2009)

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